27 de febrero de 2014

CAPÍTULO 55: EL EJECUTIVO



Mentiría como un bellaco si digo que nunca me han atraído este tipo de chicos: con traje y corbata. Más de una vez había tenido mis momentos de soledad viendo vídeos de Men At Play que suelen tener esta temática entre otras. Y esto viene a cuento de contaros una de esas pocas veces en las que he tenido suerte con Grindr

Al despertarme ese día tenías varias ventanas abiertas en la aplicación, sólo con uno de ellos pude mantener una conversación decente, más allá del típico “¿qué buscas?”. El chico cumplía todo lo que me pone cachondo: masculino, fibrado, moreno, casado, decidido y, en otro orden de cosas, activo exclusivamente. 40 tacos. Me dejó claro desde el principio que no le molaba ser recíproco, sólo si surgía, no por obligación. No tuve problema. Me van ese tipo de hombres que se dejan hacer. Me mandó foto de torso, vestido de traje, piernas y culo. Muy apetecible todo. La cara sólo en persona. No me importó.

Como esos días estaba solo en casa, estaba claro que tenía que ser en mi lugar, en un día y una hora determinados: cuando el saliera de currar y sin entretenerse mucho. Nos intercambiamos números, hablamos y le di mis señas. Vendría esa misma tarde. ¿Realmente lo haría? Por si acaso me preparé con una buena ducha, me puse unos calzoncillos suspensorios y esperé. Exactamente a la hora indicada aparcaba un coche debajo de mi piso y a los pocos segundos sonaba el telefonillo. ¿Será un coco? ¿Por eso no manda foto? Tardó poco en subir las escaleras, llamó al timbre y le recibí sólo con los suspensorios puestos. Venía con un traje negro bastante apretado, camisa blanca y corbata. Muy buena planta. Le estreché la mano y le invité al pasar. Al darme la vuelta, ¡zas!, cachetazo en el culo. Estaba claro que no quería perder el tiempo. Era majete, no súper guapo, pero sí, daba la talla para lo que yo solía buscar: sonrisa bonita, pelo rapado al 2, facciones duras y moreno. Le ofrecí agua, bebió y para no perder el tiempo, le llevé a mi habitación, me tumbé en la cama y me abrí de piernas para dejarle ver mis huevos y mi culo. Suspiró con fuerza y entendí que le gustaba lo que veía. Se quitó los zapatos y pantalones y empezó a trabajarme en culo sin prisa pero sin pausa. Estaba experimentado, eso se notaba. Se escupía en los dedos con frecuencia y los volvía a meter con cierta rudeza y decisión, tres de sus dedos fue lo que aguanté. Miré hacia atrás y le vi completamente empalmado, sacó su polla, de unos 16 centímetros y tirando a gruesa, se puso un condón y, ahora sí, con delicadeza me la empezó a meter.


Apenas había conversación. Su móvil había vibrado un par de veces. Empezó a follarme con mucha suavidad, muy poco a poco, meter, sacar… Despacio. Su polla se puso completamente dura y ahí fue cuando aceleró el ritmo para follarme el resto del tiempo con más fuerza y brusquedad. El sonido de su cuerpo chocando contra mi culo, con sus manos en mi cintura, le ponía muy cachondo. Y su forma de follar, con tanta determinación y seguridad, me ponía a mi. Tanto que empecé a pajearme:

-      Eso déjamelo a mí luego… - dijo en una de las pocas ocasiones que habló.

Aceleró más el ritmo y empezó a gemir:

-      ¿Quieres que me corra dentro o prefieres otro sitio? – preguntó.
-      Dentro – dije, sabiendo que este tipo de hombres es lo que buscan.

Pegó un gemido más alto de lo normal, 4 o 5 embestidas bruscas y terminó. La sacó de mi culo mientras yo me ponía boca arriba y me quitaba los suspensorios. Había dejado el condón lleno de leche. Me preguntó dónde estaba el baño y me dijo que me la mantuviera dura… Mientras salía de la habitación me fijé en el culazo que tenía, qué pena no habérmelo podido follar…


Al volver, le estaba esperando con las piernas abiertas y la polla dura. Se acercó, me metió un par de dedos envueltos en restos de jabón, los dejó dentro y con la otra mano me pajeó con fuerza hasta que me corrí salpicándome todo el pecho. Había disfrutado como un enano, la verdad. Así que le acompañé al baño, nos aseamos y el se vistió mirando al reloj con cara de preocupación.

-      Me ha gustado tío, tienes una delicia de culo y estás macizote, me gustaría repetir – dijo.
-      Cuando quieras, pero me tienes que dejar enseñarte más cosas – dije, mientras le acompañaba a la puerta.

Nos estrechamos la mano de nuevo y se marchó. Rápido, con decisión. Una cosa había complementado a la otra.

24 de febrero de 2014

CAPÍTULO 54: RECONCILIACIONES Y EXPERIENCIAS 'GRINDERIANAS'


Después de una semana tan nefasta me pasé el sábado de reflexión, como cuando hay elecciones. Me fui solito a pasar el día a la playa del Moncayo y llegué a la conclusión de que mi cabreo y mi forma de actuar no estaba siendo del todo justa. En estos días había recibido mensajes y llamadas tanto de Dani como de Sergio, incluso disculpándose, pero no había querido contestar. Después de comerme un bocadillo les dije donde estaba y les pedí que vinieran. Tenían un caminito, pero no tardaron más de 1 hora en aparecer por allí, así que cuando les vi, me salió del alma pegarles un abrazo y medio en broma les dije que para la próxima, no me dejaran de lado, que era lo que yo había sentido realmente. Quisieron dar alguna explicación, pero les corté. No me había parado casi nunca a pensar cómo debía sentirse Dani con la estrecha relación que habíamos tenido este tiempo Sergio y yo, así que cambiamos de tema y nos pusimos al día. Vi una complicidad entre ellos que me hizo saber que habrían estado follando más que aquella vez que les pillé, sin embargo después de la unión tan especial que teníamos los tres, no quería perderles por nada del mundo.

Fue Dani el primero que sacó el móvil para mirar su perfil de Grindr, era el que más enganchado estaba. Le pedimos a unas chicas que andaban por la playa que nos hicieran una foto a los tres juntos, la recortamos con una aplicación del móvil y pusimos nuestros torsos de imagen en el perfil de Dani. No tardamos en tener varias conversaciones abiertas, nos interesó un chico que, por la reducida distancia, debía de estar en La Caseta. Tampoco daba la cara. Sólo una foto de torso: un chico normal, delgado, sin más. Nos mandó una foto vestido, pero tampoco se le veía la cara. A nosotros no nos importaba dar la cara, así que se la enviamos y ya envió el la suya. Podría coincidir con el estereotipo que tenemos de señorito andaluz, bastante pijo. Según el, con novia o casado, no recuerdo exactamente, joven, viviendo en Madrid, de vacaciones en La Marina y buscaba mucha discreción. Mientras le dábamos coba, nos habíamos echado las mochilas a la espalda y subíamos a la caseta. Él estaba encerradito en su coche: un todo terreno a medio camino entre gris y marrón, con una camisa de cuadros roja. No pintaba mal, coincidía con la foto, pero no nos entusiasmaba. 

A La Josa, como le había bautizado una pareja de Madrid que conocimos después, le iba la marcha. Sólo de pensar en 3 rabos para él había hecho subir el tono de la conversación. Pero a mi me parecía absurdo estar a 10 metros de distancia, viéndonos y que tuviéramos que seguir hablando por el móvil. Le dijimos que saliera, pero justo tenía que irse porque la novia esperaba.

Un calientapollas, eso es lo que era este chico. Pasados unos días nos volvió a hablar ofreciéndonos participar en una especie de orgía que había organizado en su estancia de playa de La Marina, todo muy raro y, según él, exclusivo: sólo con tíos fibrados, guapos y pollones. No le dimos coba, porque nos olía a chamusquina: no te atreves a salir de un coche teniéndonos delante y nos invitas a una orgía que describes como poco menos que de película porno. Después, por gente que conocíamos del Grindr, nos contaron que nunca se hizo dicha orgía, hubo gente que llegó a ir a las señas indicadas y allí no había nada. 

Por eso en numerosas ocasiones he manifestado mis recelos por este tipo de aplicaciones, solo en ocasiones muy contadas me han servido para algo bueno, pero por lo general, mucho tío que va a hacerse una paja intercambiando fotos, gente que miente, mucho indeciso y gente descabezada. Seguía y sigo prefiriendo el morbo del cruising, combinándolo en ocasiones con estas aplicaciones. 

¿Cuáles son vuestras experiencias con Grindr, Bendr y demás? ¿Conseguís quedar a menudo? ¿Lo preferís al crusing?

20 de febrero de 2014

CAPÍTULO 53: UNA SEMANA DE FRACASOS

Aquella semana fue terrorífica, desconozco si el destino quería que no me liara con más tíos aparte del cuarentón de la última entrada o era mi subconsciente en búsqueda de una excusa que me permitiera asumir de una vez que no tenía sentido estar cabreado con Dani y Sergio. Os hago un resumen:

-      El calvo. Martes por la tarde, más o menos la hora de siempre y el panorama de la caseta es desolador. Imagino que el inicio de las fiestas patronales en pueblos de alrededor tiene mucho que ver. Me voy a dar un paseo y me siento en una piedra pasados los caminos de bosque y arena a la derecha de la caseta. Me quito la camiseta para tomar el sol y me abro una lata de pepsi que llevaba. Al rato siento que alguien está mirando. Sí, ya le tenía calado: un chico entrado en la treintena, calvo como una bola de billar, tirando a rellenito, con gafas y bastante pluma. Uno de los habituales.  Siempre venía en un Golf gris claro y me daba bastante pereza, porque era de los que siempre se ponía a mirar e intentaba meterse en medio cuando echabas un polvo aunque nadie le invitara. Se acerca y se aprieta el paquete. Paso de él. Se acerca más y pregunta que qué busco. Le digo que nada, que tomar el sol tranquilamente y me marcho hacia la caseta. Cuando llego y me siento en el bordillo, llega y se me queda mirando fijamente con cara de deseo. Me levanto e intento ir lejos, en la pinada a un lugar donde no pueda encontrarme. Me sigue y me encuentra apoyado en un árbol. Se saca la polla, bastante normalita. Le vuelvo a decir con cierta resignación ya que paso, que me deje tranquilo y me subo a la piedra donde estuve antes. Me vuelve a seguir  y se queda mirándome desde cerca. Cuando ya estaba a punto de soltarle una buena bordería apareció otro tío y se fue a por él. ¡Qué pesado!

-      Fer. Miércoles. No le había visto nunca por allí: un chaval jovencito, veinteañero, con aspecto desaliñado, bastante moreno, pelo tirando a largo, cuerpo normal y labios carnosos. Look veraniego: camiseta ancha, bermudas y chanclas. Se que se llamaba así porque más adelante le vi en Grindr. No es que me encantara,  pero era de lo mejor que había visto los últimos días. Empezamos a jugar al juego de las miradas, a seguirnos por la pinada, bajar, subir, guiñarmos ojos, alguna sonrisa… pero ninguno se decidía. Empezaba a ver algún tío que otro por allí y le perdí de vista. Caminé por la pinada y al subir al camino me lo encuentro dando rabo al calvo del otro día. Joder, vaya pollón que tenía Fer: 18 centímetros, grosor estándar, muy apetecibles. Tenía bastante vello y el calvo se la devoraba. Una pena. Me habría encantado mamársela. Se cortaron al aparecer yo de repente, pero les animé a seguir con lo suyo y me fui. Nos volvimos a ver en alguna ocasión, incluso juraría haberle visto también en Madrid, pero no hicimos nada.

-      Bin Laden. Después me dirigí a la caseta de nuevo y vi algo que me llamó bastante la atención: en pleno verano había un hombre que llevaba chándal, botas, abrigo, braga, gorro y gafas de sol. No se le veía nada. Una cosa es ser discreto y otra esto. Más tarde me enteré de que Dani le llamaba el Bin Laden, por lo raro que se comportaba y su forma de vestir, empezó a ser un habitual. Este día me dio cierto morbo ver qué se escondía debajo de toda aquella ropa, así que zorreé un poco con él. Me siguió a la pinada, me llevó a un sitio alejado y para calentar el ambiente me quité la camiseta. Se acercó y me pasó la mano por los pectorales, abdominales y finalmente el paquete. Se acercó un poco más y pude notarlo: el olor. Sudor rancio, bastante cantoso. Con toda aquella ropa encima a 30º, no me extraña. La ropa estaba también tirando a sucia. Le pedí que se quitara la parte de arriba. Negó con la cabeza. Le pregunté si se iba a quitar algo y volvió a negar. Tampoco hablaba. Me pareció raro y asqueroso, así que le dije que pasaba del tema, me puse la camiseta y me subí. Volvimos a coincidir mil veces más y siempre nos seguía u observaba. Nunca le he visto haciendo nada con nadie.

-      El señor oscuro. Jueves. No os he hablado de él hasta ahora, pero también es otro de los habituales de la caseta en casi cualquier época del año. Un chico que supera ligeramente la treintena, medio calvo o rapado, tirando a delgado, moreno de piel, bajito, frecuentemente con gafas de sol, y que me corrija Sergio si estoy equivocado, solía venir también en un Opel Astra, pero gris oscuro. Su mote se explica porque siempre seguía la misma conducta: aparcaba en la explanada, se metía a la pinada, daba una vuelta rápida y enseguida se metía en una estancia de pino alto sombría, donde apenas se le veía pero él dominaba toda la escena. Me atraía mucho su culo, siempre tan marcado, siempre con pantalones tan ajustados, siempre luciéndolo. Traté de tontear con él, pero debió resultar que no le gusté o que no hubo la decisión que debería. Días después de esto, Dani se lo tiró dentro de la caseta, por la noche, y efectivamente, tenía un culo muy tragón, de estos que te puedes estar follando durante minutos y minutos y el tío sigue gozando como al principio.

-      El del Seat Ibiza Negro. Viernes. Estaba ya un poco cansadito esa semana. Sabía que yendo a la playa gay pillaría de fijo, pero no me motivaba ir solo. Así que a última hora de la tarde me bajé a la playa rumbo a la caseta. Al subir por el camino de arena que lleva de la playa a la caseta me encontré a una pareja joven tendida en una toalla haciendo un 69, miré, pero estaba claro que no querían un tercero. Subí a la caseta y no había nadie. ¿Qué estaba pasando? ¿Se habían puesto todos los astros en mi contra? Cuando el sol ya empezaba a ponerse apareció un Seat Ibiza negro con bandas plateadas y en él un chico que parecía interesante, pinta de joven y gafas de sol. Me lancé a la caza y en vez de salir del coche y seguirme, empezó a seguirme con el coche. Raro. Nunca me lio con tíos que no salen del coche, me da mucha rabia, déjate ver y luego ya decidimos. Pues no hubo manera. Estuvimos jugando al menos una hora al ratón y al gato. Se hizo de noche, no se veía nada y decidí irme. En ese momento se animó a salir del coche y venir detrás de mí, pero claro, ya no se veía nada. Y quien no se quiere mostrar por algo es aparte de por discreción. Me chistó un par de veces y le dije: ¡qué te jodan tío, has tenido una hora y te decides cuando no hay luz!. No hubo respuesta. Volví a verle muchas más veces y siempre con lo mismo: viene a última hora de la tarde para ver y sólo sale cuando se hace de noche. También tiene la costumbre de dar las luces del coche para ver antes de salir. Tampoco le he visto nunca hacer nada con nadie. No me extraña.

Desde luego, no había sido mi semana.

18 de febrero de 2014

CRUISING EN LA CASETA DEL MONCAYO


El Alto de la Casilla, La Caseta, La Caseta del Moncayo, El Moncayo, El Monqui, El Mirador de la Caseta, El Mirador del Moncayo de la Vega Baja de Alicante... Diferentes nombres para un mismo lugar que a mí siempre me leeréis llamar como siempre lo he hecho: la caseta. ¿Dónde se encuentra? Se localiza en un punto más o menos intermedio entre las localidades de Guardamar del Segura y La Mata de Torrevieja, a 2,5 kilómetros del primero y a cerca de 4 del segundo. El éxito de este lugar proviene de tener una salida que parte directamente de la carretera N-332, a través de una rotonda que construyeron hace unos años, la rotonda de Los Montesinos, cuando os conté aquello de la decadencia del lugar. Anteriormente, también tenía entrada directa de la carretera, pero ésta era de dos carriles y ahora es de 4.

Vistas de La Mata de Torrevieja desde La Caseta. Caminos entre arbustos.


Fundamentalmente es un sitio de car-cruising, si no fuera por la cantidad de gente que viene en coche, el sitio habría muerto hace tiempo como lugar de encuentros. Proporciona discreción al estar lejos de los núcleos de población. Tiene una urbanización cercana en su lado izquierdo, en la que principalmente viven extranjeros jubilados. También se nutre, en verano y puentes, de clientes que se hospedan en el gran hotel Campomar, ahora conocido como Hotel Playas de Guardamar. Un gigantesco hotel que queda a 600 metros de la caseta. Es un hotel con cientos de habitaciones donde mayoritariamente van familias y parejas, cuyos maridos e hijos, de cuando en cuando, se escapan a la caseta para curiosear. Hoy en día tenemos coche y solemos ir en coche, pero siempre había ido andando por la playa. Es un camino de más de 2 kilómetros y después tienes que subir durante unos 800 metros por la pinada, donde ya puedes ir encontrando tema. En la salida de la playa que sube a la caseta, a veces hay parejas o amigos gays tomando el sol y viendo quien sube y quien baja. Nosotros lo hemos hecho muchas veces también: tomas un rato el sol, te bañas, secas y si hay ambiente, subes. Ya os digo que no es la mayoría, eso que quede claro. A principios de los 90 se hacía nudismo en las dunas que quedan justo en esta salida de la playa que sube a la caseta y hoy en día hay gente que sigue preguntando por el lugar nudista de la Playa del Moncayo, pero eso es totalmente inexistente ya.

 
El Gran Hotel y parte de la Pinada de la Caseta.

El lugar, la caseta, es una explanada de arena que tiene, nada más acceder, una vieja caseta abandonada hace décadas que es visible desde que se sale en coche de Guardamar en dirección Torrevieja. Esta caseta no es muy grande, se encuentra llena de residuos de todo tipo y basura y las ventanas y puertas están totalmente rotas. Cuando conocí este lugar, las ventanas aún conservaban las rejas y la estructura de antiguas ventanas de madera marrón oscuro. Por dentro, la caseta se encuentra dividida en varias habitaciones con indicaciones escritas en las paredes, por ejemplo la "Bareback room", donde se supone que van quienes follan a pelo. Por dentro, está llena de anuncios de contactos, teléfonos, experiencias y restos de haber hecho numerosas fogatas. De vez en cuando, aparece algún colchón o almohada abandonada que la gente usa para echar polvos dentro. ¿Se folla dentro de la caseta? Si. He visto folladas, orgías, mamadas... A pesar de la suciedad la gente lo hace. Yo paso. Sólo entro cuando llueve, hace frío o hay tormenta para resguardarme. En muy contadas ocasiones, algún grupo de jóvenes aparece un sábado por la noche para hacer botellón y, de paso, darse una vuelta a ver si cae algo.


La Caseta por dentro

La parte delantera de la caseta tiene un mirador que está relativamente urbanizado: con suelo, los restos de lo que una vez fue o pretendió ser una fuente y, hasta hace 3 o 4 años, había un par de bancos de piedra blancos en muy mal estado, que ya ni están. Las vistas son impresionantes. La caseta está en un altillo que proporciona vistas de la pinada y del mar mediterráneo dignas de ser vistas. Hay vistas impresionantes de Guardamar y Santa Pola por un lado, y La Mata y Torrevieja por el otro. Los amaneceres son preciosos. Muchas veces aparecen familias o parejas hetero que paran, simplemente, para hacer fotos durante pocos minutos. Los atardeceres, con el sol poniéndose por la sierra de Orihuela, proporcionan buenos momentos también.

La Caseta el año que hicieron obras en la carretera.

Como digo, tanto por debajo como a izquierda y derecha de la caseta se extiende un extenso bosquecillo de pino bajo o pinada que es donde más se folla. A la izquierda, con la llegada del carril bici que va en paralelo a la N-332 y la urbanización, ya se folla menos, aunque algo se hace. Debajo y a la derecha es donde se cuece todo. Normalmente se liga en la explanada y después uno se va a la pinada, pero también puedes encontrar rollo metiéndote a la pinada directamente. Hay multitud de estancias, algunas, incluso, provistas de sillas y mecedoras que alguien ha llevado a propósito, está claro. Es un sitio muy grande. Si no tienes prisa puedes encontrar sitios alejados donde nadie te mirará ni molestará, si no, hay sitios más escondidos, pero probablemente, siempre haya alguien observando donde menos lo esperas.

La parte más a la derecha de la Caseta, caminos y bosquecillo para abajo.

Justo al otro lado de la carretera, que se puede cruzar por el carril bici de la rotonda sin problema, hay una gran tienda de muebles y, detrás de esta, una urbanización de la cual también vienen curiosos de cuando en cuando. Y siguiendo la carretera hacia Los Montesinos abrieron en 2013 un cine de verano que daba cierto ambiente los fines de semana, pero acabó echando el cierre ese mismo año. Los viernes y sábados noche de verano el sitio está de bote en bote, he llegado a contar más de 15 coches: hombres que se escapan de casa y chavales que salen de fiesta y hacen una paradita antes. 

La carretera con la nueva rotonda, detrás de La Caseta. Atardecer.

A mi no me gusta ir de noche, salvo cuando el cielo está despejado y hay buena luna. Como entenderéis el sitio no está iluminado y no se ve nada. Siempre he sido un poco selectivo y ser selectivo sin ver se hace un poco complicado, pero he de reconocer que es cuando más gente hay. También es durante los fines de semana por la tarde, a partir de las 19:00, cuando mejor se pone aquello. El público es variado, por las mañanas sobre todo hay gente mayor, jubilados, lo mismo que a primera hora de la tarde. Después empiezan a llegar los maduros y la gente joven. A partir de la última semana de julio y durante los 20 primeros días de agosto es cuando más gente se conoce y más variedad hay. No tiene nada que ver con la playa del Rebollo, que siempre tiene más gente y variedad, pero a mi me gusta más.

En algunas estancias, te encuentras butacones o sillas.

Si tenéis alguna pregunta o no queda claro cómo llegar, dejadme un comentario y responderé encantado. También os animo a que compartáis vuestras experiencias.

**** En octubre de 2015 se realizaron unos trabajos de protección y adecuamiento de la caseta del Moncayo, que actualmente está tapiada y verjada. El mirador también ha sido acondicionado con un par de bancos y una valla de madera desde la que contemplar el mar. El cruising sigue existiendo como siempre. Más info haciendo click aquí.

14 de febrero de 2014

CAPÍTULO 52: MIS GANAS DE VENGANZA



No me preguntéis por qué, pero necesitaba follar con otro tío con cierta urgencia. Tenía sed de venganza. ¿Venganza? Si, ya se, si total, ya follaba con otros tíos cuando las cosas estaban bien, pero esa idea me atormentaba. Pasé una mala noche: tuve sueños bastante morbosos y me empalmaba cada vez que venían a mi cabeza las imágenes de Sergio y Dani, sus gemidos… Me tuve que cascar una paja para dormir. A día de hoy se que estaba siendo tremendamente egoísta y que en realidad no tenía derecho a quejarme, pero en ese momento estaba molesto.
Durante los tres días siguientes no nos hablamos, ellos dieron por hecho que yo necesitaba tiempo y a mi no me apetecía verles. Estuve yendo a la caseta para ver si veía al cuarentón que me sobó el culo días atrás y fue al tercer día cuando coincidí con él. 

Me encontraba medio escondido en la pinada cuando le vi aparecer por la caseta. Tenía el plan diseñado en mi cabeza. Me dirigí a la caseta por debajo de la pinada y subí accediendo a la caseta sin que el se diera cuenta, ya que ya estaba andando por la explanada. Saqué la botella de agua que llevaba, bebí un trago y el resto me lo eché por el cuerpo, procurando que el bañador me quedara bien pegado al culo. Me puse de espaldas a la ventana que daba a la explanada para lucir mi culo mojado y silbé con fuerza, el cuarentón se giró, me reconoció y se acercó.

-      Vaya vaya, así que volvemos a coincidir – dijo, mientras me volvía a agarrar e l culo con fuerza – Espero que esta vez no juegues conmigo y me dejes ver lo que hay debajo de ese bañador, que mira cómo se me pone – prosiguió, a la vez que se apretaba el abultado paquete y no paraba de tocarme el culo con fuerza y deseo.
-      Sígueme – dije.

Nunca me había gustado follar dentro de la caseta, estaba demasiado sucia y era un escaparate a cualquiera que pasara por allí, así que me bajé a la estancia sombría donde habíamos comido tantas pollas. Como le llevaba cierta ventaja, me quité el bañador, me abrí de piernas y me apoyé en el árbol que tenía enfrente, de la forma más sugerente que pude.

-      ¡Bufff! Vaya culazo tienes cabrón, hay que darle lo suyo – dijo cuando llegó.

Se quitó los pantalones-bermuda que traía, y se puso de rodillas a escupirme en el culo, pero con cierta reserva.

-      Anímate, está recién salido de la ducha y bien limpito – le dije con tono sugerente.

Aquello le animó porque me clavó la lengua en el agujero inmediatamente, lo único negativo era que pinchaba con la barba, pero lo sabía comer muy bien. No tardé en empalmarme y, metiendo la mano por debajo de mis piernas, empezó a tocármela mientras me seguía chupando el culo. No se por qué, pero siempre que me comían el culo era una sensación que me transportaba a otra dimensión y hacía que mi polla se pusiera muy dura.

-      Encima no estás mal dotado… - susurró mientras me medio pajeaba.

Empezó a meterme un dedo que mi culo absorbió rápidamente, así que metió dos y llegó al tercero, que ya fue el que me dolió. Tenía los dedos gordos y no paraba de escupirse en ellos antes de metérmelos. Veía que no iba a haber más preámbulos y que tenía muchas ganas de follarme.

-      ¿Quieres que te folle a pelo o prefieres condón? – ofreció.
-      Condón, claro – contesté. (¿Pero qué cojones pasaba últimamente con el a pelo?)
-      Vale, pero déjame metértela una vez a pelo, por favor. Meter y sacar y me pongo el condón (que en ese momento sacaba del bolsillo trasero de su bermuda tirada en el suelo).

Dicho eso, empezó a meterme la lengua en el culo y no me pude resistir, accedí para después arrepentirme.

-      Te la voy a meter de golpe, ¿tendrás aguante? – dijo.
-      No, no, paso tío... Ponte el condón y me la metes de golpe si quieres - contesté y no hubo más discusión.

Vi las estrellas. Me pasó como con Guillaume. Cuando aquella polla gorda invadió mi culo de golpe grité y se me nubló la vista, y allí la dejó. Quieta. Suspiraba y alababa mi culo mientras tocaba mi polla como podía.
Qué manía tenían últimamente de quererla meter a lo basto. Me la volvió a meter de golpe y empezó a follarme como un animal, tenía mucha fuerza, tanta que me resultaba desagradable al principio, pero con el tiempo, me acabé acostumbrando y disfruté.  Teníamos público, había un par de tíos mirando y pajeándose. No me importó, mientras no grabaran…

-      Quiero chupártela antes de que te corras… - dije – Esa polla me la tengo que comer.
-      Pues entonces espera… - contestó.

Me la sacó, se quitó el condón y me la ofreció. Se la estuve mamando un rato de rodillas mientras mi culo descansaba (y mis piernas también). Sabía a hombre aquella polla, parece que todavía puedo saborearla, no era un sabor desagradable, sino todo lo contrario, le añadía morbo.

Se volvió a poner el condón y me folló hasta correrse con un ohh si, ohh si, ohh, joder. Sacó el condón lleno de lefa, lo metió en una bolsa  de plástico y se lo guardó. Yo mantenía la erección, así que me recosté en el árbol para descansar de la postura que habíamos tenido y le ofrecí mi polla. Se agachó a chupármela, pero al final cambió la mamada por una paja y un dedo suyo dentro de mi culo, que culminé corriéndome en su boca, como con el aceituno, mientras me pajeaba él esperaba con la boca abierta debajo, no duré más de dos minutos. Se lo tragó. Cuánto inconsciente.

-      ¿Con qué polvo te quedas, con el del otro día o conmigo? – le dije.
-      Bien que me miraste cuando pasabas andando con el chico aquel, ¿eh? El chaval tenía un culo muy tragón, pero tu estás más bueno y lo tienes más prieto. Te follaría mil veces – respondió.

Nos vestimos, dimos un apretón de manos y cada uno se fue por su lado. Yo tenía el culo dolorido, las cosas como son, así que al llegar a casa me bañé en la bañera durante largo rato. Nos volvimos a ver en alguna ocasión, pero no quise repetir. Si se tragaba lo mío, se tragaba lo de todos. Y aunque me echó un buen polvo, fue la primera y última vez.

P.D. ¡Feliz San Valentín!