3 de junio de 2014

CAPITULO 77: MI PRIMERA VEZ (Parte 2)

Confusión, inquietud, nerviosismo, fatiga y especialmente miedo al rechazo. Tras la experiencia que había vivido tiempo atrás con El Peque quise ponerme una coraza y prepararme para el siguiente lunes de clase en el que El Cata tan siquiera me miraría o se dignaría a hablar conmigo, ya que había que guardar las apariencias (aunque nunca dijo nada de esto). Totalmente convencido y analizado cómo y qué iba a pasar aquel primer día "después de", la sorpresa se cruzó de nuevo en mi camino para mostrarme a un Cata que actuaba y me trataba con total normalidad. Con colegueo y como si nada hubiera pasado, como si nada extraño hubiera pasado entre nosotros. Incluso se sentó a mi lado a primera hora, en aquella aburrida clase de Economía que nos ponían a las 08:30 de la mañana, en la que pese a los intentos de una dicharachera y simpática profesora, no prestábamos demasiada atención. El Cata estaba como acelerado diciéndome que tenía algo importante que contarme y que no podía esperar hasta el recreo, así que cuchicheando tan bajito como pudimos, me contó que el día anterior por fin había perdido la virginidad con su chica. Me contó que no había sido pensado por su parte, que surgió y que al principió costó porque a ella le dolía, pero que después lo hicieron un par de veces seguidas dejando los condones llenos de leche y agujetas en las piernas de ambos. Mientras me narraba la historia con todo lujo de detalles un creciente bulto asomaba en su pantalón de chándal con la consecuencia de empalmarme a mi también, recordando como tan sólo hacía tres días había tenido aquella maravilla en mi boca.

Fui iluso. Tras sus últimas palabras del viernes pensé que quizá querría perder la virginidad conmigo, pensé que tanta conexión entre nosotros le habría marcado y unido a la estrechez o nervios de su chica, mi culo sería el primer agujero que visitaría su polla. Así que, a pesar de alegrarme por él y darle la enhorabuena, no pude evitar entristecerme. Eso sí, fue una tristeza muy momentánea, ya que para hacerme el interesado y mostrarle alegría fingida, le invité a que me diera consejo para mi primera vez recibiendo como respuesta: tú sobre todo relájate, tendrás que estar muy relajado y cachondo... para que todo fluya, ya me entiendes (dijo guiñando un ojo). ¿Qué cojones significaba aquello? ¿Yo, relajado?
Aquella fue la noticia del día entre los chicos de la clase, cada vez que uno del grupo se estrenaba, era como una especie de tradición contarlo. Lo que no entendí es que me eligiera a mí, que no era su mejor amigo, para darme la noticia. ¿Se trataba de un aviso? En plan: he follado con mi chica y me he aclarado, así que se acabó. Pero entonces... ¿ese consejo no tenía segundas intenciones?

La semana pasó con normalidad y estrés: nos enfrentábamos a cuatro exámenes finales esa semana y a tres la siguiente. El viernes llegó, la normalidad reinó y a mi me esperaba un fin de semana aburrido de estudiar sin parar, con la desazón de no tener un plan más interesante que cascarme una paja basada en los recuerdos. A las 15:00, como siempre, llegué a casa, comí, me eché una siestecita de 35 minutos y me pasé estudiando matemáticas sin parar durante 3 horas y media. En aquellos tiempos el uso de los móviles no estaba tan extendido ni estábamos tan enganchados como ahora; tenía mi primer móvil, un Ericsson T10 azul de tapa que tenía un indicador luminoso arriba cuando tenías una llamada perdida o algún sms. Sin embargo, cuando tenía 16 años el uso de los móviles se limitaba a circunstancias de emergencía, tus padres te decían: "solo por si pasa algo", así que podían pasar horas sin mirarlo ni prestarle atención. Y si se te olvidaba en casa y no te lo llevabas a clase, pues no era ningún drama. Cuando las mates me tenían ya tan saturado que no podía seguir, a eso de las 19:30, eché un vistazo a la estantería donde reposaba el móvil y vi que el indicador luminoso parpadeaba. ¡Alegría! Un sms o una llamada. Pues bien, eran 3 llamadas y las 3 eran del Cata. Me pareció raro, porque solíamos tirar más de teléfono fijo, ya que las llamadas de móvil costaban más caras que ahora, así que le devolví la llamada y me encontré con un Cata muy estresado porque no entendía varias cosas del examen de mates del lunes. Y quería que me fuera a su casa a ayudarle. ¿Un viernes por la tarde habiéndome pasado 3 horas largas estudiando? No sería problema para que me dejaran mis padres. Y, además, era la razón perfecta para volver a su casa, especialmente ahora que ya no había más trabajos por hacer. Así que me di una ducha rápida, me enfundé mis vaqueros de salir, un polo de salir y me fui a su casa. Tan sólo 10 minutos de camino que se me hicieron eternos y en los que mis nervios afloraban.

Allí llegué, subí a su piso, que era uno de los últimos, y ahí estaba El Cata esperándome solo con unos pantalones cortos de algodón. Era junio y hacía calor, así que no había nada de lo que extrañarse. Me invitó a pasar a la habitación y allí tenía preparados un par de refrescos con hielo. Nos pusimos un poco al día hablando de todo un poco para después empezar con las mates. Tras una hora de explicarle un par de problemas que no entendía, y sin poder parar de fijarme en cada gesto de su cara, en cada movimiento de su naciente tableta de chocolate o de sus pectorales imberbes, me dijo:

- Me estás agobiando de verte con tanta ropa con este calor, ponte cómodo ostias -dijo.
- Pero no me he traído nada, da igual hombre -respondí.
- Joder, ¿tanto corte te da? -dijo mientras se ponía de pie y se quitaba los pantalones cortos quedándose en unos boxers blancos muy ajustados. 
- ¿Ves? No es tan difícil, que ya hay confianza Marcos... -insistió.

Así que me puse de espaldas a él y me quité el polo, los zapatos y por último los pantalones, que empecé a doblar para dejarlos encima de su cama cuando algo me sobresaltó. ¡Zas! Recibo una cachetada en mi glúteo derecho y su mano se queda palpando mi culo:

- ¿Cómo haces para tenerlo tan durito? Ibas a natación, pero algo harás, ¿no?-me preguntó.
- Pues... no, no hago nada en especial que no sea subir o bajar escaleras, en vez de coger el ascensor -respondí con cierta sorpresa.
- Mira, toca el mío, no está tan duro -me pidió, girándose levemente.

Cuando se lo cogí con la mano me di cuenta que todo era una farsa, porque lo tenía igual o más duro incluso que el mío. En ese momento fue, cuando como quien no quiere la cosa, empezó a hablar de sexo con preguntas que no se andaban por las ramas:

- El otro día me preguntabas y me pedías consejos para tu primer polvo, tengo una para ti: ¿te has hecho algún dedo alguna vez? -preguntó, mirándome fijamente.
- Mmmm -medité mucho mi respuesta- sí. Alguna vez -dije.
- Yo también, pero no me molaba mucho. ¿Te has metido más de uno? -preguntó mientras mi corazón no paraba de acelerarse.
- Sí, me he llegado a meter dos y medio -contesté.
- Bufff, mira cómo me estoy poniendo -dijo llevándose la mano al paquete y apretándoselo. 

Por mi cabeza pasaron todo tipo de teorías en esos segundos de conversación, incluso pensé que quizá estaba grabando todo aquello para luego burlarse. Pero no, él no era así. Nunca había sido así. Y parecía que tenía todo pensado:

- ¿Sabes? Me moló mucho cómo me la chupaste el otro día, cuando se la metía a mi novia veía tu cara comiéndomela y me la ponía mucho más dura - dijo acercándose peligrosamente a mi boca.
- Me alegro... -conseguí decir.
- ¿Me dejarías meterte un dedo y jugar con tu culo? -dijo.

Qué responder. Pues claro que te dejaría. Te dejaría que me reventaras contra la pared si fuera preciso. No le dije nada de esto, sino que simplemente asentí con la cabeza y me fui al baño. Tenía que limpiarme con lo que encontrara y aquello resultaron ser unas toallitas húmedas a modo de papel higiénico. A pesar de que no tenía experiencia, era pura lógica que tenía que hacerlo. Después hallé un tarro azul de crema hidratante de una marca conocida y traté de meterme los dedos, pero solo conseguía hacerme daño, ya que los nervios me impedían relajarme como era debido. El Cata me llamó preguntándome si estaba bien y fue en ese momento cuando el segundo dedo entró. Así que me aventuré y salí totalmente desnudo, solo para encontrar que El Cata me esperaba medio tumbado en la cama con la polla dura en la mano y aquellos huevos redondos colgando. Había leído que para dilatar mejor convenía estar cachondo, por lo tanto me puse de rodillas en el borde la cama y me introduje aquella polla tan masculina y dura hasta el fondo de mi garganta. Sabía lo que él quería ese día y eso no era una mamada, así que se la estuve mamando de forma calmada hasta que se me puso dura y me empecé a pajearme lentamente. Llegado el momento que consideré oportuno, me saqué su polla de la boca, le lamí un poco los huevos, me subí en la cama y me puse a cuatro patas invitándole a jugar todo lo que quisiera con mi culo.

Lo que más me extrañó de todo es que sabía lo que se hacía, debe ser que como con su novia le había costado tanto, había aprendido a ser paciente. Se metió los dedos en la boca, me escupió en el culo y empezó a meterme un dedo despacio. Algo iba mal. No era dolor lo que notaba, era quemazón. Y no sabía por qué. El primer dedo no le costó, pero es cierto que los suyos eran más gordos que los míos y con el segundo, aparte de quemazón, vino el dolor. Le pedí que se fuera a por la crema del baño y con eso sentí algo de alivio, aunque los nervios crecían en mi por miedo a que se cansara de tanto dedear con tan poco resultado. No había prisa, El Cata no la tenía. Y cuando por fin conseguí tener sus dos dedos dentro hasta el fondo sin tanto dolor, se levantó, abrió un cajón, sacó un condón, se lo puso, lo pringó con crema como pudo, se puso de rodillas detrás mía y me sugirió que me pajeara un poco. Sí, mi polla no estaba tan dura, así que sin reparos, me giré para mirarle como estaba medio sudado detrás mía dispuesto a metérmela y eso fue suficiente para que mi polla creciera de nuevo:

- Recuerda lo que te dije: relájate para que todo fluya, te lo voy a hacer como lo hice con ella, que creo que es lo mejor -propuso, acariciándome la cabeza en el único gesto cariñoso que tuvo conmigo.

Imaginé que me la empezaría a meter poco a poco, con calma, hasta tener toda su virilidad en mi interior. Imaginarlo segundos antes de que pasara me hizo relajarme un poco y hacer que mi polla se pusiera más dura si cabe, teniéndome que llevar la mano a ella para pajearme un poco, fue precisamente en ese instante cuando El Cata me cogió con su mano izquierda por la cintura, mientras que con la derecha ponía la punta de su erecto rabo en el agujero de mi culo. Relájate. Respira. Piensa en cómo te va a follar.

Lo siguiente que recuerdo es morder la almohada, con los ojos cerrados sólo viendo todo un universo negro lleno de puntos blancos que podían emular a las estrellas. Un fuego devastador en mi culo y un intenso dolor propio de que te hayan metido unos 18 centímetros de golpe. Sentía ese fuego allí permanente y la respiración de El Cata en mi cogote, besándome la nuca y tocándome la cabeza mientras me decía que me relajara, que aquel dolor pronto pasaría. Su polla seguía enterita dentro de mis entrañas, bien apretada, bien dura y, sobre todo, bien caliente. Poco a poco fui recuperando la visión, ayudada por lágrimas que caían de mis ojos e intenté incorporarme; aquella señal fue entendida por El Cata a la perfección y comenzó a bombear su polla muy lentamente. No quise que parara. El dolor no me iba a detener de estrenarme por fin. Al principio sentía como si tuviera una lija dentro de mi, pero con su persistencia el dolor y la quemazón fueron remitiendo para dejar paso a un leve placer que me producía su polla entrando y saliendo de mi culo con más ritmo. Estuvo unos cuantos minutos follándome lentamente, sin sacarla entera, hasta que recuperé la erección y empezó a follarme más rápido, progresivamente más rápido, tanto que con una mano tuve que apoyarme en la pared que tenía enfrente de mí. Se me caían las gotas de sudor y notaba cómo se caían las suyas en mi espalda, cómo cada vez El Cata resoplaba más y cómo cada vez su polla entraba y salía con más facilidad de mi culo. Me empezó a gustar tanto que como podía trataba de cogerle del culo forzándole a que siguiera apretándome. Comencé a sentir un placer muy intenso y desconocido hasta ese momento, me llevé la mano a la polla y noté que la tenía como una roca, así que empecé a pajearme imitando el ritmo de las embestidas de El Cata y me corrí de la forma más abundante en la que lo había hecho hasta ese momento encima de sus sábanas. Ver y, sobre todo, notar por mis gemidos cómo me corría, le puso tan cachondo que empezó a follarme como un auténtico animal provocando mis gritos de medio placer y medio dolor, hasta que se corrió dentro de mi culo en el condón. La dejó un rato dentro y la sacó muy lentamente, lo que me produjo un alivio inmediato. Habíamos estado 17 minutos follando desde que me la metió. Caí rendido en la cama, mientras El Cata ataba el condón y lo metía en una bolsa de plástico. Se sentó a mi lado acariciándome el culo y mirándome con cara de preocupación:

- Por un momento pensé que te iba a matar -dijo- cuando te has derrumbado así sobre la almohada al metértela... Me he asustado, ¿eh?.
- Sí, ha dolido mucho más de lo que esperaba -dije.
- Me ha molado mucho follarte, es muy distinto... está como más duro, más inaccesible, pero la sensación de notar cómo se va abriendo y cómo se adapta a mi polla es brutal -contestó hablando de mi culo.
- Tienes una muy buena polla, me ha molado a mi también -dije.

Me costó levantarme y me costó andar, me dolía cada vez que daba una zancada, así que fui a su baño, me senté en el bidé, puse el agua templada e intenté echarme un poco, pero el escozor era demasiado. El Cata, que me veía andar así, me vacilaba y le intentaba quitar hierro al asunto, pero es que no podía evitarlo. Y tenía que llegar a casa todavía. Al volver a la habitación notaba un profundo olor a algo que, desde entonces, describo como olor a sexo. Nos empezamos a vestir hablando de fútbol (creo que empezaba un mundial o una Eurocopa), me dio las gracias por la ayuda con las mates, un apretón de manos y un hasta luego. Nada de romanticismos. Yo soñaba con un beso, un abrazo, una muestra de cariño, pero como dicen, los sueños, sueños son. 

Me pasé todo el fin de semana con dolores y sin ir al baño. Tenía un miedo terrible porque el dolor que sentía tardaba en cesar, probé a darme cremas hidratantes, pero no resultó... Tan sólo el tiempo hizo que el dolor desapareciera y, su vez, comenzaran las agujetas en las ingles. Cayeron muchísimas pajas recordando el momento, cada detalle, cada gesto... Estuve una semana sin tocarme el culo, pero cuando el dolor hubo pasado, empecé a jugar como nunca antes lo había hecho imaginándome que mis dedos untados en crema eran la polla del Cata. Se había despertado en mi un deseo sexual y casi una obsesión por follar desconocida hasta ese momento. Habiendo aliviado tanta tensión no me resultó difícil concentrarme y sacar con nota la mayoría de mis exámenes. Lo malo es que mis amigos más cercanos no sabían nada y no tenía a nadie con quién compartir que había perdido la virginidad. Que me habían petado el culo. Y que me había gustado. 

El día 21 de junio, último día de clase, me encontré a solas con El Peque, que repetía 2º de bachillerato después de haber repetido también 1º, en la cafetería del colegio. Había una fiesta de alumnos de fin de curso a la que estábamos invitados todos los de ambos cursos de bachillerato en un conocido pub de la ciudad.

13 comentarios:

  1. Joder tio ... me han encantado estas dos ultimas entradas ... me he puesto mu perrako y me la he tenio q cascar... sigue asi markos ... tu blog es una delicia

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    1. Muchas gracias tío, sigue comentando por aquí cuando quieras ;)

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  2. Buff, vaya relatos nos sueltas, tu primera vez vaya morbazo, solo de imaginarlo, muy buenos. Me encanta!!

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    1. Bueno, la verdad es que cuando tenía esa edad realmente soñaba con una primera vez mucho más romántica y menos al grano, como fue... pero guardo buen recuerdo, no tengo queja.

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  3. muy buena tu primera vez marquetes, yo me follé a un chaval de mi clase en una situacion muy parecida a la q cuentas. x cierto, creo q te sigo en instagram desde hace tiempo, te he visto x el rebollo y se quien eres, pq no publicitas el blog alli? tienes mazo de seguidores. te seguimos leyendo!

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    1. Gracias! Pues porque en instagram tengo a personas que, digamos así, no son el público objetivo de este blog jejeje. ¿Cómo me encontraste?

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  4. Tu post me hizo traer tantos recuerdos a mi memoria...!!! Especialmente cuando me entregué la primera vez con un amigo muy amigo que sufre de eyaculación 'retardada' (demora años en eyacular...!!!) Por favorrrrr...!!! Todo el placer que sentí al comienzo se fueron diluyendo, cuando la bonita pija (verga) que tiene mi amigo, hizo su trabajo pero en tanto tiempo que me quedó el culo hecho una flor...!!! Que lo gocé, lo gocé y cómo...!!! Claro que después tuve que gastar una pequeña fortuna en comprimidos y cremas desinflamatorias, porque realmente no me podía sentar normalmente...!!! Pero, quién me quitaba lo bailado...??? jeeeee...

    Besos!

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    1. Me alegro de que también tengas un buen recuerdo de tu primera vez y, mira, parece que tuvimos algo en común jejeje.

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  5. Me encanta que la gente sea tan desinhibida, y por el hecho que sea supuestamente hetero no tenga problemas con follarse el culo de un amigo.
    Supongo que juventud, guapuras y buenuras ayudan bastante.
    Sigo sin entender como cuando a uno lo follan y dice que le duele horrores, puede continuar.
    Personalmente tengo para bien o para mal un nivel de tolerancia al dolor bastante algo, pero no para el dolor de culo por un mal follador, y es más, me suele cortar el rollo para el resto de la ocasión.
    Mi primera vez fue totalmente olvidable y decepcionante.

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    1. Bueno perro, este chaval simplemente experimentaba con su sexualidad... a día de hoy creo que está felizmente casado con su actual pareja, que no es la misma chica con la que empezó y por lo que hablamos tiempo después he sido el único tío con el que ha hecho algo... o eso es lo que dice :P Sobre la tolerancia al dolor, bueno, yo no me quería ir de allí sin terminar y quizá eso fue lo que me motivó más a aguantar, alguna otra ocasión futura también aguanté más de la cuenta, pero desde hace un tiempo ya no sufro innecesariamente. Mi problema es que al final, me han follado mejor tíos que experimentaban o tenían muy claro si eran bisexuales, que tíos totalmente gays, con algunas excepciones tipo Dani y alguno más.

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  6. Felicitaciones por tu relato, muy motivador. Seguiré leyendo el resto. Un abrazo.

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  7. hahaha, me he reído mucho con el Ericsson T10 azul. Realmente, haces que entremos en la época!

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